Me he animado
a escribir esta entrada después de revisar minuciosamente el informe final del Proyecto PILA-Network que se ejecutó con la coordinación de la
Universidad de Alicante (UA) y la participación de varias universidades
europeas y latinoamericanas en el contexto del Programa ALFA III.
He seguido
este proyecto desde su lanzamiento porque consideré que abordaba una de las
áreas estratégicas de la gestión universitaria contemporánea. Desde su propio diseño
y formulación el proyecto apuntaba, con elementos de sostenibilidad, a la
creación de una red latinoamericana de propiedad intelectual que sirviese de
catalizador para la aplicación de buenas prácticas de gestión de la propiedad
intelectual e industrial en las instituciones de educación superior de América
Latina.
El proyecto me resultó a todas luces atractivo y pertinente, especialmente porque se presentaba como una iniciativa piloto que estaría en condiciones de abrirse en fases subsiguientes a la participación de un número más amplio de universidades. Esta ramificación podría ser el germen de todo un movimiento de transformaciones y mejoras institucionales que a mediano plazo propiciase la consolidación de ecosistemas productivos constituidos por el tan necesario tándem que deben formar la investigación universitaria y la generación de productos y servicios del tejido empresarial.
No voy a
detenerme en describir o analizar los diferentes resultados alcanzados durante
la implementación del proyecto. Recomiendo a los que se interesan en estos
temas que dediquen un par de horas a revisar el informe final y así conocer de
primera mano toda la actividad que fue llevada a cabo. Quiero centrar esta
reflexión en los resultados arrojados por el estudio realizado por el proyecto utilizando
la metodología AIDA para analizar los niveles de conocimiento y uso de la
propiedad intelectual en las universidades latinoamericanas, que no por
previsibles dejan de ser alarmantes y deben
llamar a las autoridades universitarias y a los gobiernos de la región a una
profunda reflexión.
La pregunta que
quiero formular después de haber leído este informe es muy sencilla: ¿Cómo
espera América Latina convertirse en un mercado más competitivo y en una
sociedad más equitativa cuando su principal fuente de conocimiento y de desarrollo
científico y tecnológico apenas incide en los procesos productivos de la región?
Veamos los datos y conclusiones arrojados por el estudio realizado por el
proyecto PILA en 17 países de América Latina y para el que fueron consultadas
147 universidades. Este estudio intentó determinar el nivel de madurez
existente en la aplicación de herramientas de propiedad intelectual en las
universidades, analizando el grado de desarrollo mostrado en las cuatro fases
de este proceso, a las que se le asignó un valor entre 0 (muy bajo) y 10 (muy
alto):
1. Nivel de sensibilización
y conocimiento sobres cuestiones de propiedad intelectual [Atención = Sensibilización]
2. Uso del
sistema y de las herramientas de propiedad intelectual para el registro y
protección de los resultados [Interés
= Protección]
3. Gestión
activa de los resultados de investigación y de la propiedad intelectual de la
organización [Deseo = Gestión]
4. Explotación
de los resultados a través de diferentes canales de transferencia de tecnología
y de la comercialización [Acción = Explotación]
Como se aprecia en el siguiente gráfico, los resultados a escala regional derivados de este análisis ponen en evidencia que el proceso de transferencia de resultados de investigación de la universidad a la empresa en Latinoamérica es extremamente deficiente y se encuentra en estadios embrionarios, siendo especialmente crítico en las fases de protección, gestión y explotación que es en las que se materializa el proceso de transferencia. Dicho en otros términos, se observa una mejora del grado de concientización en relación a la importancia de usar herramientas de propiedad intelectual –y esto es sin dudas un paso de avance – pero el progreso es casi nulo cuando se analiza la puesta en marcha para instrumentar esos procesos en las instituciones de educación superior.
Obviamente, partiendo
de la muestra analizada no se podrían derivar interpretaciones conclusivas y el
propio informe reconoce que siendo América Latina un escenario muy heterogéneo resulta
evidente que existen diferentes niveles de desarrollo en esta temática entre
los diferentes países, incluso entre regiones e instituciones de un mismo país.
En cualquier caso, me atrevería a afirmar que los resultados apuntados son
bastante representativos de los niveles de cultura y desarrollo de cada país y
que las problemáticas descritas reflejan
de forma fidedigna la realidad de la región.
En este
sentido, el proyecto identificó un conjunto de nueve grandes problemáticas
comunes a la gestión de propiedad intelectual de las universidades
latinoamericanas:
§
Necesidad de formación en el
tema de la propiedad intelectual
§
Falta de cultura investigativa
y de transferencia
§
Dificultades en el trámite de
protección
§
Falta de incentivos a los
investigadores
§
Inexistencia de oficinas de
transferencia de resultados de investigación (OTRI) en las universidades o
debilidades en las estructuras existentes,
§
Uso deficiente de
herramientas para la gestión de la propiedad intelectual,
§
Debilidad en la
identificación de creaciones con potencial de protección y comercialización,
§
Deficiente relación
Universidad – Empresa – Estado
§
Carencia de estrategias y
lineamientos para la formación de spin-offs.
Al comparar los resultados por países que arroja el estudio, se pone también en evidencia las grandes asimetrías existentes entre las diferentes regiones y países de América Latina:
En el mismo se
aprecia que Brasil presenta los mejores indicadores (6,51 de promedio para los
cuatro indicadores) y es secundado por Argentina (5,3) y Costa Rica (5,08). El
resto de los países exhibe valores inferiores a los 5 puntos de media, que
podría considerarse como el estadio intermedio de madurez. La situación resulta
crítica para El Salvador, Honduras, Bolivia y Paraguay que muestran indicadores
inferiores a los 3 puntos de media. En el caso de estos dos últimos, es
alarmante incluso el bajo nivel de conocimiento sobre propiedad intelectual que
refleja.
El panorama
descrito por el estudio tiene disimiles causas y es necesario comenzar a
trabajar en las soluciones de los problemas que las originan. Sí la ciencia
constituye la piedra angular de las estrategias y políticas de innovación para
impulsar una economía basada en el conocimiento, entonces resulta impostergable
que se modifiquen metodologías de trabajo, procedimientos de gestión, que se
definan nuevos indicadores que equiparen el trabajo de transferencia al de
otras actividades tradicionales de la universidad como la docencia e
investigación y que se reformule la visión estratégica de las instituciones de
educación superior para que el potencial humano, científico y tecnológico de
las universidades latinoamericanas se ponga verdaderamente al servicio del
desarrollo económico y social de sus países.
No se puede
aspirar a la excelencia científica y a contribuir a la consolidación de
sociedades basadas en el conocimiento y continuar aplicando formas de hacer
obsoletas que son un freno para el crecimiento y desarrollo de las propias
universidades y que constituyen una de las principales causas del
distanciamiento que se constata entre la mayoría de las instituciones
latinoamericanas de educación superior y los entornos socio-económicos a las
que pertenecen. Parafraseando a un gran trovador de mi tierra podía decirse que
no es viable arar el porvenir con viejos bueyes.
Iniciativas
como las de PILA son hoy mucho más pertinentes que hace cuatro años cuando este
proyecto inició sus actividades. El escenario mundial ha cambiado bastante en muy
poco tiempo y la coyuntura regional favorable caracterizada por la pujanza de
las economías emergentes de América Latina sólo será duradera si va acompañada
del crecimiento y afianzamiento de un sistema de educación superior que se
convierta en pilar de un nuevo modelo de desarrollo económico regional
sostenible.
Un continente
como América Latina, en el que se localizan algunas de las principales naciones
emergentes, que cuenta con una población laboralmente activa relativamente
joven y que en las próximas dos décadas deberá ver crecer exponencialmente los
niveles de consumo necesita disponer inexorablemente de universidades que
tengan una clara vocación de investigación y transferencia de tecnología al
sector empresarial que den una respuesta innovadora a la alta demanda de
productos y servicios que generaran sus sociedades.
Insisto en
destacar que no se trata de restar importancia a la misión formadora y educativa
de las universidades, por el contrario, las universidades latinoamericanas que
son esencialmente académicas tendrán también que reforzar el trabajo que
realizan en esa área. Para ello, deberán adecuar sus programas de estudio a las
necesidades de empleo altamente calificado de sus sectores de producción y
servicios, especialmente diseñando formaciones de postgrado a nivel de maestría
y doctorado que permitan colocar en el mercado laboral profesionales capaces de
convertirse en agentes catalizadores de la aplicación del conocimiento y la
tecnología en los procesos productivos y que, al mismo tiempo, sirvan de conectores
entre los entornos universitarios y empresariales.
Pero de forma
paralela con su misión académica, las universidades latinoamericanas tendrán
que vertebrar estrategias para consolidar su actividad de investigación y
gradualmente transitar a modelos eficaces de universidad emprendedora que
permita que a través de acciones de I+D+i los resultados de esas
investigaciones se transformen en nuevos productos y servicios, contribuyendo
así al desarrollo económico y el bienestar social al que aspira la sociedad
latinoamericana.
Hay que
aprovechar las oportunidades para dar grandes pasos en ámbitos estratégicos y
los próximos años pueden ser esenciales para redimensionar el papel de las instituciones
de educación superior en América Latina. No se trata de una tarea fácil, son
muchos escollos los que tienen que ser superados, pero parece evidente que
trabajar en esa dirección es un imperativo para las universidades de la región,
al menos para aquellas que disponen de mejores condiciones para desenvolver un
rol protagónico en el desarrollo de sus sociedades.
Muy buen análisis, Carlos. Te felicito por el esfuerzo en demostrarnos esta acuciante realidad y proponer vías de acción.
ResponderEliminarHola, Carlos Alberto
ResponderEliminarMuy buen análisis, ya que es una opinión muy coherente con nuestra propia Realidad. Es por ello que la actualidad después del 22 de noviembre 20122 apostamos a Fortalecer la Red PILA y ya somos 50 Instituciones a la fecha que seguiremos en este camino empedrado como mencionas, pero que de seguro seremos testigos y hacedores de nuestra propia historia para que las universidades apoyen a impulsar economías latinanoméricanas más competitivas. Para ello Red PILA no termino con el proyecto sino que hemos seguido dando sostenibilidad a Red PILA, la formación, protección, vinculación y transferencia de conocimiento es parte del actuar diario de todas las instituciones de la Red PILA. Por lo que exhorto a sumar a las IES de la región a Red PILA. www.pila-netowrk.org
Saludos
Excelente análisis Carlos Alberto,
EliminarEn mi experiencia en México los centros de investigación y las universidades muestran muy baja vinculación con lo que la sociedad empresarial tecnológicamente demanda. Así mismo la sociedad empresarial desconoce del potencial existente en las universidades y centros de investigación regionales. En estos centros de investigación no se invierte lo suficiente para lograr esta mejor vinculación. De tal manera que los fallos de mercado ocurren. Esto hace que para las empresas sea más sencillo volver su vista a los institutos internacionales o centros de investigación de universidades en el extranjero buscando lo que ellos creen que no existe en la región. Estoy de acuerdo también contigo que la falta de políticas claras sobre los incentivos a los investigadores -creadores de desarrollo- ha hecho que este problema de desencuentro, mayor. En los centros en los que he trabajado se busca mejorar esta situación, y se hacen esfuerzos esporádicos, debido a las restricciones presupuestarias. La visión no va aunada a la acciones que se requieren tomar para mejorar los efectos. La eficiencia de la transferencia tecnológica, desde mi perspectiva y experiencia, requiere de desarrollo de la confianza entre los involucrados.