26 jul 2012

Cooperación internacional universitaria en América Latina: la necesidad de cambiar el eje estratégico de su rotación institucional

“Hoy en día, la internacionalización se refiere a un proceso de transformación institucional integral que pretende incorporar la dimensión internacional e intercultural en la misión y las funciones sustantivas de las instituciones de educación superior, de tal manera que sean inseparables de su identidad y cultura. (…) El proceso de internacionalización debe ser visto como una apertura institucional hacia el exterior y debe ser parte integral de los planes de desarrollo, planeación estratégica y políticas generales de las instituciones de educación superior. (…) La internacionalización es una necesidad insoslayable y un fenómeno irreversible. Al internacionalizarse, la universidad tiene acceso a su vocación primera, la de la universalidad”.


Jocelyne Gacel-Ávila, Internacionalización de la Educación Superior en
América Latina y el Caribe. Reflexiones y Lineamientos, 1999.

Esta es una de las definiciones de internacionalización universitaria que considero más adecuada por su precisión y simbolismo. Han pasado 13 años desde que recibí este libro que la Dra. Jocelyne Gacel-Ávila tuvo la deferencia de hacerme llegar a través de un amigo común que había estado de visita en la Universidad de Guadalajara. Un año antes, en medio de un huracán de actividades relacionadas con la creación del Grupo de Proyectos Internacionales del Ministerio de Educación Superior en Cuba, que se me había pedido coordinar, había tenido el privilegio de asistir a un curso impartido por ella y si ya por aquel entonces yo no tenía muchas dudas de que esa debería ser mi apuesta profesional aquel curso me ganó definitivamente para la causa de la cooperación internacional universitaria.

Al margen de actualizaciones que son obligatorias con el pasar de los años, reconozco que las lecciones y buenas prácticas aprendidas en aquel curso continúan siendo válidas y tal vez mucho más necesarias y pertinentes cuando analizamos el panorama universitario latinoamericano actual.

Por eso me he animado a escribir esta entrada en el blog, ya que revisando documentos y escudriñando datos para un estudio que estoy realizando, me puse a contrastar informaciones y el resultado me pareció, como mínimo, preocupante. Así que me di a la tarea de seleccionar aleatoriamente un grupo de universidades para realizar un análisis más profundo que validara el diagnóstico. A priori decidí que fuesen universidades de los países miembros del MERCOSUR porque comparativamente los sistemas de educación superior de esa subregión presentan una mejor salud que los de otras subregiones del continente latinoamericano. A continuación, seleccioné una muestra de 12 universidades que se podrían clasificar como de mediana dimensión, garantizando representatividad de universidades públicas y privadas, así como de instituciones situadas en ciudades capitales y provincias del interior.

El panorama general que se derivó del análisis de informes, documentos y datos relacionados con las Oficinas de Relaciones Internacionales (ORI) de esta muestra de instituciones es el siguiente:

1) En su totalidad gestionan su actividad internacional a través de ORI que poseen estructuras precarias que imposibilitan el desarrollo eficaz de una gestión integral de internacionalización.
2) Se apreció falta de autonomía en la toma de decisiones.
3) Los equipos de trabajo cuentan con recursos humanos reducidos (más del 70% con menos de 6 profesionales) y con un nivel bajo de especialización.
4) Predomina un modelo de gestión pasivo en el que los equipos consumen la mayor parte del tiempo en la difusión y tramitación de un número limitado de oportunidades de cooperación, esencialmente focalizadas a la promoción de acciones para la movilidad de estudiantes y docentes a través de convenios, programas, redes y proyectos de intercambio académico.
5) El nivel de estabilidad de los recursos humanos que integran los equipos es bajo, tanto entre sus directivos como entre los funcionarios.
6) Cuentan con poco o ningún presupuesto para el desarrollo de sus actividades internacionales.
7) Los recursos materiales e infraestructuras con que cuentan para el desarrollo de su encargo institucional son precarios e insuficientes.
8) No cuentan con unidades especializadas en la gestión y administración de proyectos internacionales, ni promueven políticas de incentivos para estimular la participación de la comunidad universitaria en las acciones internacionales.
9) Se apreció falta de coordinación con el resto de las áreas universitarias, especialmente con las relacionadas con investigación.
10) La comunicación con las facultades y grupos de investigación es frágil.
11) De forma general, más del 50% de los convenios existentes terminan por no ejecutarse o por implementarse de forma parcial y los que se logran materializar en su totalidad, en un porciento elevado, se limitan a un número reducido de acciones de intercambio académico.
12) No se apreció la existencia de acciones para impulsar una adecuada articulación de las universidades con los diferentes actores externos, en una lógica de acciones que permita concatenar los diferentes niveles de su proyección externa desde el nivel local hasta su dimensión global.
13) Resultó notoria la fragilidad de las páginas web de las ORI, así como la falta de cultura en el uso de las TIC y las redes sociales como herramientas de primer orden para el cumplimiento de su función institucional de carácter internacional.

Por tanto, si tomamos en cuenta la homogeneidad de los resultados derivados del análisis de la muestra seleccionada podríamos considerar que, en mayor o menor grado, un universo bastante amplio de instituciones de educación superior de América Latina podría reconocerse en el espejo de este panorama que hemos descrito.

Con viejos modelos no se pueden enfrentar nuevas situaciones

Más que las insuficiencias normales que se puedan encontrar en la puesta en marcha de cualquier servicio, en realidad lo que más me preocupa y llama la atención es la constatación de que se siguen aplicando modelos obsoletos de gestión, típicos de estadios de cooperación embrionarios y, sobre todo, que las universidades no terminen por abrazar estructuras y modelos que fomenten e impulsen en toda la comunidad universitaria una filosofía de trabajo con una verdadera proyección internacional.

Como señala la Dra. Gacel-Ávila, la internacionalización es un proceso de transformación institucional integral que pretende incorporar la dimensión internacional a todas las actividades sustantivas. Es decir, la internacionalización como proceso transversal tiene que ser capaz de permear todos los ámbitos de la actividad universitaria, incidiendo coherentemente en la docencia de grado y postgrado, la investigación y la extensión universitaria como forma de vinculación con la sociedad.

Sin embargo, esta proyección parece seguir siendo una asignatura pendiente para muchas instituciones de educación superior de América Latina. Si tomamos como referencia la muestra analizada, constituye un factor común la poca o ninguna incidencia de sus ORI en las actividades relacionadas con la promoción y desarrollo de la investigación, la innovación, la transferencia de tecnología o las relaciones con el tejido empresarial. Estas actividades recaen en equipos asociados a los vicerrectorados de investigación aunque tampoco se apreció la existencia de equipos sólidos adscriptos a estos para el desarrollo de esas misiones universitarias.

En un escenario marcado por un proceso acelerado de globalización que prácticamente ha barrido las fronteras nacionales y  ha generado vínculos de interdependencia a escala planetaria y en el que cada vez más el bienestar social y crecimiento económico de los países depende de la adopción de modelos de desarrollo basados en el conocimiento, el papel de las universidades latinoamericanas resulta estratégico para el diseño y puesta en marcha de los mismos.

Considerando incuestionable la tesis de que el desarrollo de la ciencia y la tecnología, la innovación, la transferencia de conocimiento, la generación de patentes y licencias o el vínculo con el tejido empresarial resultan vitales para garantizar esquemas de desarrollo sostenible en los países de la región, cabría preguntarse entonces cómo es posible que un número significativo de instituciones universitarias parezcan estar organizadas en compartimientos estancos en los que apenas hay vinculación entre cooperación internacional e investigación.

Invertir en el afianzamiento de los sistemas de investigación e innovación de las universidades de América Latina, que son generadoras de más del 70% de la producción del conocimiento de la región, resulta impostergable. Este debe ser, a mi modo de ver, el eje de rotación en el que deberán orbitar las estrategias y políticas de internacionalización de las universidades latinoamericanas, así como el trabajo de sus oficinas responsables por garantizar una dimensión internacional.

Para responder a los desafíos del escenario actual, la universidad tiene que ser capaz de mutar, de adaptarse a las nuevas condiciones y de encontrar los resortes que la lleven a un proceso de transformación integral en el que en su epicentro esté la internacionalización como estrategia de respuesta a desafíos de alcance mundial.

Flexibilidad y funcionalidad como bases para encontrar soluciones innovadoras que impulsen la cooperación internacional universitaria

La introducción de adecuadas políticas de internacionalización que confieran una dimensión internacional a las actividades sustantivas de la universidad y en especial a aquellas relacionadas con la I+D+i sólo podrán germinar con el respaldo activo de las comunidades universitarias y con el compromiso de sus órganos de gobierno. Esta es, aplicando una lógica de planificación de proyecto, la condición previa esencialísima que deberá cumplirse para que la intervención pueda alcanzar satisfactoriamente sus objetivos.

Aunque son múltiples los ámbitos en que se deberá trabajar para promover un cambio de cultura en el interior de las universidades, tal vez el primer síntoma de compromiso de sus autoridades en pro de la internacionalización deberá ser el propiciar la conformación de un equipo debidamente jerarquizado en el organigrama institucional. Equipo este que deberá estar dotado de los recursos humanos, materiales y financieros imprescindibles para impulsar un proyecto integral de cooperación internacional que tiene que ser edificado a partir de las fortalezas y áreas de excelencia de la universidad y que deberá iniciar su trabajo por articular un sistema de alianzas con instituciones y organizaciones externas que le permita capitalizar las oportunidades que existen tanto a nivel nacional como internacional, tal y como se aprecia en el siguiente gráfico.



Tengo conciencia de las múltiples dificultades que las universidades pueden afrontar en la creación de equipos polivalentes y multidisciplinarios de elevado nivel de especialización profesional. Estas pueden ir desde limitaciones de carácter financiero hasta impedimentos de tipo institucional como consecuencia de las estructuras y normativas rígidas que tienen muchas instituciones. Por eso, deberá ser necesario que las universidades exploren ingeniosamente las vías más adecuadas de estructurar equipos de esta naturaleza, lo que deberán realizar de manera pragmática, flexible y funcional.

Como he compartido en anteriores entradas, creo sinceramente que para muchas universidades de América Latina una alternativa viable podría ser la conformación de un equipo que fusione y aglutine en una sola unidad servicios universitarios transversales que comúnmente se encuentran dispersos en el contexto de una institución de educación superior como pueden ser los de cooperación internacional, gestión de proyectos y transferencia de resultados de investigación. No me parece descabellado apostar e invertir en la creación de una unidad estratégica que, subordinada al rector o al vicerrector de investigaciones, esté dotada de los poderes necesarios para liderar, coordinar, asesorar y promover procesos de primerísimo orden para el fortalecimiento institucional como la internacionalización, la investigación y la innovación.

Obviamente, un equipo de estas características podría asumir disímiles configuraciones dependiendo de las situaciones específicas de cada institución. Personalmente, apuesto por una estructura que pueda disfrutar de autonomía y libertad de acción para contratar los recursos humanos que sean necesarios y desarrollar un modelo de organización de corte empresarial que le facilite operar con el dinamismo que estas actividades demandan y que muchas veces las estructuras universitarias no pueden propiciar.

No tengo dudas que en los próximos años para desarrollar eficientemente la vocación de universalidad de las universidades, que menciona la Dra. Gacel-Ávila en su definición, cobrará una mayor importancia la consolidación de tejidos amplios de alianza institucionales y que en ese entramado deberán jugar un papel primordial las relaciones público-privadas y una cooperación internacional efectiva entre universidades y empresas. Se hace impostergable un cambio de cultura, las instituciones de educación superior que no sean capaces de adaptarse a los requerimientos de estos nuevos tiempos podrían correr el riesgo de desaparecer.


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5 comentarios:

  1. Excelente reflexión que aborda adecuadamente las carencias en muchas universidades de Iberoamérica. Felicitaciones.

    Dulce María Noriega

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  2. Me ha gustado mucho este artículo. Es grato saber que otros profesionales comparten la misma visión sobre esta temática que afecta tanto el trabajo de las universidades.

    Saludos,

    José Luis Uriarte

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  3. Creo que gran parte de esta reflexión es también extrapolable a la situación de las Universidades españolas. Es posible que en nuestra situación sí se han tomado ya algunas medidas para iniciar esa internacionalización universitaria, y de hecho existen estructuras creadas para ello. Sin embargo, creo que en muchos casos, los recursos humanos que se designan al desarrollo de estas tareas no disponen de las cualificaciones o conocimiento necesario para poder desarrollar una verdadera internacionalización. Y, en mi opinión, este es el motivo de que no se hayan conseguido logros destacables en los últimos años.

    Desde mi punto de vista, disponiendo de una estructura como la que existe, el siguiente paso sería cualificar a las personas que se encargan de estas labores en las Universidades, para que no ocurran algunas de las situaciones que plantea el texto anterior.

    Muy buena reflexión, felicidades...

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  4. Excelente reflexión. Las universidades latinoamericanas tenemos el gran desafío de adaptarnos a los tiempos que corren. Sin embargo, la velocidad de los cambios nos deja rezagados en muchos aspectos, sobre todo a las "macrouniversidades", que cuentan con estructuras enormes y que suponen largos períodos de tiempo para lograr cambios sustanciales. Y con respecto a esto último, hay que decir que aun la cultura de la internacionalización es algo ajeno a la mayoría de la comunidad universitaria latinoamericana.

    En los últimos años hemos visto que las universidades han tenido una posición reactiva al estimulo externo de la Internacionalización, realizando acciones dispersas. Pocas IES se han realmente fijado la meta de internacionalizarse,según la definición de la Dra. Gacel, y han trabajado enormemente para alcanzarlo.

    Creo que la clave será involucrar a todos los sectores de las universidades a través de espacios de discusión regionales sobre la temática. Afortunadamente, estos espacios se están dando, y cada vez más Rectores, Ministerios, y funcionarios de las universidades están participando, empapándose de qué es la internacionalización, para qué internacionalizarnos y cómo lograrlo.

    Si avanzamos en estos encuentros de sensibilización, con certeza las universidades, individualmente, tomarán mayores medidas para incorporar las dimensiones internacionales e interculturales a sus funciones sustantivas.

    Saludos,

    Iván

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  5. Enhorabuena, Carlos, por la reflexión y los datos empíricos que has podido obtener sobre las ORI.

    Me encanta la primera frase: "(...) Al internacionalizarse, la universidad tiene acceso a su vocación primera, la de la universalidad" de la Dra. Gacel-Ávila. Creo que refleja el mejor de los espíritus de la internacionalización y representa un mensaje muy claro en valores.

    Al hilo de tus reflexiones, nada más que apoyar tus tesis y afirmar que la internacionalización puede conformar una unidad estratégica de la suficiente envergadura como para depender directamente del rectorado.

    Quizás el modelo de fundación puede ser bueno para crear un área internacional. Es un modelo bastante conocido y desarrollado en España, las cuales tienen enfoques muy amplios, dependiendo del caso: cooperación universidad - empresa, proyectos, internacionalización, cultura. Quizás una fundación profesionalizada adhoc para la internacionalización con plena capacidad, poder y autonomía podría ser un buen camino que todas las universidades entenderían.

    Un paso más allá sería seguir el modelo de empresas privadas propias de la universidad, como por ejemplo en UK, donde se canaliza la acción de transferencia tecnológica (por ejemplo ISIS en Uni. Cambridge), que funcionan muy bien.

    Un cordial saludo.

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