9 feb 2012

Instantáneas 2012: El oasis de la nueva arquitectura mundial.

Como es habitual al inicio de cada año, la mayoría de las organizaciones internacionales hacen su valoración del año culminado y formulan sus predicciones para el que comienza. Este 2012 no ha sido la excepción y paulatinamente hemos ido conociendo los análisis realizados por diversas agencias en los más disimiles temas de la actualidad mundial.

De forma general, los análisis divulgados presentan panoramas de catastrofismo o incertidumbre que justifican esencialmente como consecuencia del impacto negativo de la crisis en la zona euro y la lenta recuperación de la economía norteamericana. Aquellos estudios más optimistas se refugian en el crecimiento de las economías emergentes como contrapeso de posibles olas de recesión que gravitan sobre las economías de los principales países industrializados.

Por eso, tal vez sea esta situación la fotografía más representativa del actual concierto internacional de naciones, hasta el punto que algunos analistas comienzan a replantearse la vigencia del término “economías emergentes” porque lo que resulta hoy día extremamente notorio es que estas antiguas economías subdesarrolladas ganan cada vez mayor protagonismo y amenazan seriamente con desbancar a las economías de las tradicionales potencias industriales. De hecho, cuando se analizan algunos indicadores macroeconómicos parece evidente la caducidad del término porque lo que muestra la fotografía es un cambio radical del escenario en comparación con las imágenes de décadas anteriores, ya que un grupo significativo de países ubicados en la llamada “periferia” exhibe hoy economías saludables, solventes y en franca expansión mientras que en el “centro” nos encontramos un grupo de naciones que están padeciendo los problemas estructurales que caracterizaban justamente a las economías emergentes cuando el término fue acuñado.

No significa esto ni remotamente que se hayan borrado todas las desigualdades sociales, económicas y políticas que en su momento sirvieron de base a la teoría de la dependencia que dividía al mundo en un centro hegemónico y su periferia dependiente o lo que es lo mismo, un norte desarrollado e industrializado y un sur subdesarrollado con una estructura productiva básicamente agrícola y proveedora de materias primas. Debemos reconocer que mucho han de avanzar las sociedades de los llamados países emergentes para poder borrar completamente las diferencias abismales que aún lo separan de las economías desarrolladas sobre todo en materia de bienestar social y estructura productiva, pero es innegable que se está forjando un cambio que amenaza con erigir una nueva arquitectura mundial.

Una señal fidedigna de estos cambios nos llegó al inicio del año durante la realización del Foro Económico Mundial de Davos en el que se reúne la élite económica y política mundial para debatir sobre los principales problemas que afectan a la humanidad y que este año puso de relieve el protagonismo de algunos representantes de países emergentes durante los debates del foro, que en esta edición tuvo como tema central “La gran transformación: Desarrollar nuevos modelos” y en el que todos coincidieron en calificar la situación de América Latina de verdadero “oasis” de estabilidad y crecimiento económico, al margen de que sólo un reducido grupo de países de la región, con Brasil a la cabeza, se incluye dentro del selecto bloque de las economías emergentes.

Si bien es verdad que las previsiones más pesimistas para América Latina en el 2012 fijan su crecimiento económico por encima del 3% o que los datos de desempleo en 2011 (6,8%) constituyen los valores más bajos desde 1990 y estos hablan por sí solos del momento de esplendor que vive la región, no es menos cierto que América Latina sigue siendo la región con más desigualdades sociales y económicamente es una región extremadamente dependiente de las materias primas como principales rubros exportables. De igual forma no es superfluo destacar que este período de bonanza se debe fundamentalmente al alza de los precios de las materias primas en el mercado internacional y a un crecimiento sistemático y exponencial de la demanda de las mismas por parte de las economías emergentes de la región de Asia-Pacífico que se han convertido, de hecho, en verdaderas locomotoras de las economías latinoamericanas.

Resulta, por tanto, previsible que mientras se mantengan estas variables estará garantizado el crecimiento económico de América Latina, pero sobre pilares muy frágiles que se pueden quebrar en cualquier momento. De hecho, por una parte ya se comienzan a notar síntomas de ralentización en la economía china, que se ha convertido en poco tiempo en el tercer socio comercial de Latinoamérica y constituye, sin dudas, el mayor responsable de la saludable economía regional. Por otra parte, la confirmación de una situación generalizada de recesión en Europa, que es aún el segundo socio comercial de América Latina, podría contraer significativamente la demanda de productos de la región, provocar una caída de los precios de las materias primas en el mercado internacional y afectar sensiblemente el flujo de la inversión directa hacia América Latina. La confluencia de ambos escenarios podría tener consecuencias nocivas para América Latina en los próximos años si no se toman preventivamente las medidas necesarias.

Aunque abordaré estos temas con mayor profundidad en próximas entradas me gustaría a modo de conclusión referir algunas de esas medidas, que en nuestro criterio deberán ser tomadas de inmediato para aprovechar las facilidades que el período de bonanza actual podría propiciar, agilizando así la capitalización de sus resultados. Entre las medidas más importantes estarían el trabajar aceleradamente en reforzar un verdadero proceso de integración y cooperación regional, la consolidación del comercio intrarregional y la diversificación de sus socios comerciales aprovechando el marcado interés de otros países en las exportaciones latinoamericanas, el fortalecimiento de una estructura financiera regional, el mejoramiento de las infraestructuras y sobre todo el aumento de la competitividad de los productos latinoamericanos a través de una estrategia regional que permita transitar a las economías latinoamericanas a una estructura productiva que de forma eficaz aproveche el potencial industrial, científico y tecnológico que posee la región.

Como habíamos señalado en una entrada anterior [La alianza estratégica que no acaba de cuajar] para articular y poner en marcha una estrategia regional que potencie la innovación y la transferencia de conocimiento y tecnología como columnas vertebrales de una nueva estrategia de desarrollo económico resulta imprescindible que la región priorice la calidad de sus instituciones de educación superior y privilegie la relación de las universidades con el tejido empresarial. Este parece ser, desde nuestro punto de vista, un modelo más adecuado de construir un “oasis” sostenible.

5 comentarios:

  1. Rodrigo Ladrón de Guevara16 de febrero de 2012, 21:33

    Excelente blog, muy objetivo y con un prisma muy pragmático. Felicitaciones y adelante.

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  2. Excelente cita Carlos, la del músico cubano Carlos Varela "unos levantan muros y otros abren puertas".

    Personas. Ellos son quienes levantan muros o abren puertas. Personas. Creo que no sólo la Región LA sino el mundo entero está transitando cambios tan profundos que muchas instituciones deberán reformurlarse para poder seguir existiendo y sirviendo en la sociedad.

    Hace poco leí una frase que es muy cierta y me impresionó: "Los estudiantes se están formando para trabajos que aún no existen..."
    Soplan vientos de cambios tan profundos. Personalmente considero que las organizaciones (gobiernos, instituciones y empresas) que concentren sus esfuerzos en priorizar y desarrollar a las personas, tendrán más posibilidades de perdurar.

    Las instituciones educativas (de todos los niveles pero sobretodo las de Educación Superior) deben contribuir más y más a desarrollar personas que liberen su energía y potencial, creatividad, pensamiento crítico, iniciativa, espiritu solidario, y tantas otras habilidades necesarias en momentos de transformación, para que su validez no sea ampliamente cuestionada. Son las personas las que movilizan las organizaciones, y frente a tantos cambios profundos, creo que la unica salida es focalizarse en las personas, que son quienes encontrarán el rumbo, la creatividad, la fuerza y el trabajo para adaptarse a los cambios que el mundo enfrenta.

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  3. Carlos: Estoy de acuerdo contigo.Muy buen artículo
    Hace unos años escribí un librito: "El desarrollo en el escenario de la globalización", donde describo el problema de América latina" y donde trato de demostrar que con los indicadores macroeconómicos no basta, con los adelantos en lo social no basta, ni aún con la educación. El desarrollo tiene varias dimensiones: Es económico, pero tiene un marco político y social que le sirve de base. Pero tiene una dimensión cultural y moral que las abarca a todas. Digo en mi libro:
    " La conexión intrínseca entre desarrollo auténtico y respeto de los derechos del hombre, demuestra el carácter moral del desarrollo: la verdadera elevación del hombre, conforme a la vocación natural e histórica de cada uno. Se trata de la realidad trascendente del ser humano. El recurso más importante de cada país son los recursos humanos viviendo de acuerdo con el desarrollo pleno de su potencial como personas, por esto “La equidad es una obligación moral; pero también es necesaria para que se produzca un crecimiento sostenido”.

    Además toda realidad humana tiene lugar en una cultura. Para formar esa cultura se requiere la participación del ser humano, quien desarrolla su creatividad, inteligencia, conocimiento del mundo y de los otros hombres. El hombre construirá su destino según su concepción del mundo y de sí mismo"

    Como dice mi amigo Daniel Passanitti:
    “El auténtico desarrollo de una Nación supone necesariamente una sociedad educada en las virtudes y los valores y en los deberes sociales. Ello hará posible que la política, ciencia arquitectónica del bien común, esté regida por la prudencia o recta razón en el obrar, conforme lo definió Aristóteles; que la economía esté subordinada a la política y regida por la virtud de la justicia... En el orden económico la justicia precede a la eficiencia...”

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  4. Muchas gracias Graciela y Silvia por los interesantes comentarios. Concuerdo plenamente con ambas en la importancia de colocar a las personas en el centro de las prioridades para garantizar el crecimiento y desarrollo de nuestras sociedades.

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  5. Carlos, gracias por compartir las reflexiones y escritos.
    Concuerdo con varias apreciaciones realizadas por todos.
    Sin embargo, siempre tengo la sensación de que nos quedamos en el discurso y no logramos dar un alcance a lo que vemos con tanta claridad.
    Los cambios estructurales en la dinámica del mundo se están dando y se vuelven naturales en la medida que estos han surgido de sus propios niveles de desarrollo. En este sentido, no debería generar alarmas.
    Sin embargo, así es porque el sistema (la economía globalizada) ha buscado óptimos globales impulsando normas, Tratados de Libre Comercio, rompiendo fronteras con el avance de la tecnología, generando regulación y haciendo mediciones desde su perspectiva.
    Por otro lado, al interior de las economías, el sistema empresarial funciona con óptimos locales, resultado de las mismas condiciones que promueve la economía globalizada.
    Considero entonces, que de estas referencias se desprenden los resultados, provocando una ruptura que aleja el logro de objetivos y generando resistencia al cambio en los más débiles del sistema: las Pequeñas y Medianas empresas y las familias (que son la mayoría dentro de cualquier economía).
    Sldos, Gloria Marlene Díaz

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