No bastó con el Brexit. Donald
Trump, el candidato impensable, se ha convertido en el nuevo presidente de los
Estados Unidos. Han triunfado las ideas que están en las antípodas del
pensamiento más progresista que se cuece en las universidades. Un mensaje parece
claro, se imponen las políticas nacionalistas y proteccionistas y la
predicación del odio a las migraciones y las minorías encuentra oídos
receptivos en grandes masas poblacionales que ven en la globalización una de
las principales causas de sus males.
La victoria de programas
xenófobos en Reino Unido y Estados Unidos representa una herida punzante en el
corazón de los valores más genuinos asociados a la internacionalización y la
cooperación internacional universitaria. Las dos grandes mecas de la educación
superior a nivel mundial – por la calidad y prestigio de un buen número de sus
instituciones, la elevada capacidad de atracción de estudiantes, académicos e
investigadores extranjeros y el altísimo nivel en ciencia, tecnología e
innovación de sus universidades de élite – tendrán que enfrentar en los
próximos años las consecuencias del contexto adverso que representan el blindaje
de sus fronteras y la puesta en marcha de políticas hostiles al intercambio
internacional.
Es prematuro aún para hacernos
una idea de la magnitud real que estos procesos podrán tener en las dinámicas
de la educación superior internacional pero es de esperar que para las
universidades británicas y estadounidenses signifiquen un frenazo significativo
en sus relaciones internacionales y que esto al mismo tiempo provoque un
reordenamiento de los procesos asociativos a nivel global. De hecho, estos acontecimientos
vendrían a catalizar una tendencia que ya se ha constatado en los últimos años
y que apunta a la pérdida paulatina del predominio estadounidense y británico
del mercado universitario internacional ante la expansión de destinos como Canadá,
Australia, Rusia y Japón que se han unido al de varias sólidas y tradicionales
plazas europeas y al de nuevos y pujantes polos universitarios que han
irrumpido en Asia, fundamentalmente en China y la India. En la mayoría de estos
destinos se han comenzado a introducir medidas con el objetivo de reforzar la
capacidad de atracción del talento universitario internacional que contrastan
con los postulados que han conducido al triunfo de las ideas nacionalistas propugnadas
por el Brexit y Trump.
En el caso de América Latina,
estos procesos deberían conducir a una profunda y necesaria reflexión sobre las
pautas que deben marcar la proyección internacional de sus programas e
iniciativas universitarias. La región ha mantenido una agenda internacional
extremamente enfocada a la cooperación con las instituciones de élite de los
países desarrollados de Occidente que ha dado la espalda al fomento de una
cooperación intrarregional. Los principales programas de movilidad e
intercambio académico y científico con apoyo gubernamental en la región, entre
los que el Ciencia sin Fronteras de Brasil aparece como el de mayor impacto y
reconocimiento mundial, han privilegiado el flujo de movilidad hacia
instituciones norteamericanas y británicas. Esa misma tendencia ya se infería
también en la iniciativa “Colombia Científica” anunciada por el Ministerio de
Educación de este país la pasada semana una vez que se estipula que los flujos
de movilidad deberán enfocarse hacia las universidades mejores posicionadas en
los rankings internacionales.
Tal vez, las nuevas coyunturas políticas
que viven estos dos países sean el momento propicio para un replanteo de
estrategias que den mayor protagonismo a la regionalización como modelo de
internacionalización para el fomento de alianzas y asociaciones universitarias.
Un estudio publicado la pasada semana por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) resaltaba la alta valoración y consenso que existe en la región sobre la
necesidad e importancia de la integración regional en la que proyectos como la
Alianza del Pacífico han corroborado la viabilidad de la apuesta por procesos
integracionistas en el entorno regional. También podría esta nueva coyuntura
crear condiciones para una mayor diversificación de las alianzas estratégicas en
regiones y países que ofrecen plataformas interesantes para la cooperación en
materia de educación superior, ciencia, tecnología e innovación. En el contexto
de las relaciones euro-latinoamericanas existen enormes espacios de cooperación
inexplorados. China, India y otras economías emergentes de la región Asia-Pacífico
resultan muy atractivas y gobiernos como el de Canadá y Australia han
manifestado abiertamente su disposición por estrechar relaciones con
Latinoamérica. También no resultan despreciables las potencialidades de
cooperación sur-sur y triangular con países de dinámico crecimiento en África.
Está claro que el mundo no se
acaba, después de la tormenta siempre vuelve la calma. Como se dice en mi
tierra, una cosa es con guitarra y otra con violín. El propio Trump se mostraba
ya más conciliador en su primera intervención como presidente electo. No obstante,
resulta difícil creer que quien atizó durante su campaña el odio por los
inmigrantes latinoamericanos e hizo del muro con México una de sus banderas
electorales vaya a apostar por dar continuidad a iniciativas de colaboración
como el Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación e Investigación
(FOBESII) establecido por los presidentes de México y Estados Unidos en 2013 o
esté disponible durante los próximos cuatro años para crear canales de
cooperación que fomenten el intercambio con universidades de América Latina.
Ojalá me equivoque y en la nueva
administración prime el pragmatismo y el sentido común. Por ahora, lo que se constata de las
declaraciones de los principales líderes y medios de una buena parte del mundo
es un sentimiento generalizado de pesimismo e incertidumbre de caras al futuro
próximo. Un sentimiento que contrasta con el optimismo que despertó desde el
inicio la llegada de Obama a la Casa Blanca. Su estatura de estadista, su
seriedad, compromiso, inteligencia singular y una personalidad simple, franca y
próxima le han granjeado a su presidencia enormes simpatías en todas partes del
mundo. Hoy solo queda esperar que sus políticas por construir puentes y
derribar muros no sean dinamitadas y reemplazadas por las doctrinas xenófobas
de los sectores más conservadores del establishment norteamericano.
Muy buena reflexión Carlos.
ResponderEliminarMUY ACERTADO ANÁLISIS GENERAL SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA E INGLATERRA Y SUS REPERCUSIONES EN LAS UNIVERSIDADES, CON ÉNFASIS EN LATINOAMÉRICA. UN BUEN PUNTO DE PARTIDA PARA EXTENDER Y PROFUNDIZAR EL ANÁLISIS, ADEMÁS DE HACER PROSPECTIVA. FELICITACIONES DESDE PERÚ, ESTIMADO CARLOS ALBERTO.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu pensamiento, sobre todo lo que propones acerca de impulsar una cooperación regional. Ojalá nuestros gobiernos adviertan estas oportunidades de explorar la cooperación sur-sur y la intrarregional. Las experiencias latinoamericanas son interesantes, aunque no siempre acompañadas por políticas activas y constantes de educación superior.
ResponderEliminarMuchas gracias Ruth, Menigno y Verónica por vuestros comentarios. En efecto Verónica, hace falta un mayor compromiso a todos los niveles. Hay muchas oportunidades en la cooperación y la integración regional que se están desaprovechando. Saludos,
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