De todas las
aristas del trabajo relacionado con la proyección y dimensión internacional de
las instituciones de educación superior, una de las que más me interesa es la
de dar cobertura al potencial innovador de la universidad, lo que en su sentido
más amplio engloba toda la actividad asociada a la gestión de ciencia y tecnología,
desde el fomento de una investigación que conduzca a nuevos descubrimientos
científicos hasta el desarrollo de patentes, la transferencia de conocimiento y
tecnología, el lanzamiento de nuevos productos y servicios, la puesta en marcha
de iniciativas de emprendimientos de base tecnológica o el fomento de la
colaboración con la industria y el tejido empresarial. Este componente me ha
parecido siempre una especie de broche de oro para proyectos universitarios con
una dimensión verdaderamente integradora de todas las funciones sustantivas de
la educación superior.
No obstante, un
análisis concienzudo de la literatura existente sobre el proceso de
internacionalización en las universidades muestra que de forma general este se concentra
fundamentalmente en la función académica y docente en detrimento de las
actividades vinculadas a la investigación e innovación. Los estudios e
investigaciones más prestigiosos abordan con profundidad temáticas como la
internacionalización en casa, la internacionalización del currículo, la
educación transnacional, la movilidad internacional de los diferentes agentes
universitarios, el reclutamiento de estudiantes extranjeros o los programas de
formación conjuntos por citar sólo algunos de los temas que reciben mayor
atención. En estos estudios se puede encontrar aleatoriamente alguna mención a aspectos
relacionados con la investigación o innovación aunque no constituyen en la
mayoría de los casos el núcleo fundamental de los trabajos.
No he
encontrado una respuesta convincente para esta aparente situación de alguna
marginalización, una vez que tanto la investigación como el resto de los
procesos vinculados a la gestión de ciencia y tecnología son tan relevantes
para la misión de la universidad contemporánea como lo es su proceso
docente-educativo. Este es un tema que requiere ser abordado con mayor rigor y en
el que me gustaría profundizar en el futuro, pero una cosa tengo clara de antemano,
no se puede hablar de internacionalización comprehensiva sin una proyección
integradora, balanceada y armónicamente interrelacionada de todas las funciones
sustantivas del quehacer universitario.
La importancia de eliminar los compartimientos
estancos
En mi
experiencia en el trabajo con universidades, una de las mayores barreras que
encuentro para que florezca la internacionalización comprehensiva y la
innovación está en la adopción de estructuras basadas en el modelo
organizacional funcional en la que se van creando especies de compartimentos
estancos y se deslinda el trabajo en pequeñas áreas de funcionamiento, a tal
punto que resulta complejo y a veces inviable establecer vínculos de
colaboración entre ellas.
Por ejemplo,
en el espacio europeo, no son pocos los casos de universidades en los que la presentación
de proyectos de corte académico al Programa Erasmus+ es coordinada por la
Oficina de Relaciones Internacionales (subordinada generalmente a la Vicerrectoría
Académica o de Relaciones Internacionales si existe), la participación en
proyectos de I+D en el Programa H2020 es responsabilidad de una unidad de
proyectos de la Vicerrectoría de Investigación mientras existen otras unidades dependientes
de otros estamentos de la dirección institucional que se responsabilizan por la
transferencia de tecnología, la asesoría en materia de propiedad intelectual o
la cooperación con las empresas sin que medie entre todos estos grupos de
trabajo un proceso sistemático de coordinación y conciliación.
Siendo esta la
situación, resulta frecuente que se den casos de duplicación en el que las
unidades se solapan las unas a las otras o que una gestión tome más tiempo del
necesario porque hay que interactuar con varias unidades que responden a diferentes
vice-rectorías que en lugar de colaborar buscan afianzar su poder de influencia
y decisión en la dinámica de trabajo de la comunidad universitaria.
Esta arraigada
mentalidad feudal es siempre perjudicial, aunque en el caso de aquellas
instituciones que pueden darse el lujo de disponer de esta variedad de equipos y
conformarlos con profesionales capacitados y de experiencia, el impacto no sea
visiblemente tan negativo porque con mayores o menores vicisitudes el trabajo
se va realizando y los resultados van aflorando.
Sin embargo, la
realidad es bien distinta cuando las universidades no tienen literalmente
capacidad para crear y mantener operativamente de manera sostenida estas
unidades de trabajo. Esta es una realidad que golpea a pequeñas instituciones
en Europa y a muchas universidades en América Latina donde la escasez de
profesionales calificados en el mercado de trabajo, la competencia por los
recursos humanos con empresas que muchas veces pueden ofrecer mejores
condiciones de empleo y las asfixiantes limitaciones financieras de las
instituciones no dan margen de maniobra para armar y consolidar equipos
profesionales que vertebren el trabajo de internacionalización e innovación.
Pensando en
esta situación deficitaria comencé a trabajar hace algún tiempo en el esbozo de
algunas ideas que pudiesen ser el germen de un prototipo que pueda servir a las
instituciones de educación superior como hoja de ruta estratégica para el
fortalecimiento institucional de sus procesos de internacionalización, en el
que se preste especial atención a los ámbitos de investigación científica, innovación,
emprendimiento y transferencia de tecnología. He querido retomar esas ideas,
actualizarlas y compartirlas porque creo sinceramente que la
internacionalización y la innovación son vitales para el desarrollo de América
Latina y porque no pienso que haya en la región un mejor agente catalizador de
estos procesos que sus universidades.
Innovación e
internacionalización son dos procesos que deben ir de la mano,
ambos tienen en su propia naturaleza el gen de la colaboración. Compartiendo
este documento sobre el Modelo IN4DES [Modelo
Institucional Integrado de Innovación e Internacionalización para el Desarrollo
de la Educación Superior] estoy intentando contribuir desde mi experiencia a la
solución de un problema real que existe en las universidades. Creo que todos
somos responsables por intentar encontrar soluciones creativas que desamarren ataduras
y ayuden a nuestras instituciones a transformarse en las organizaciones ágiles
y dinámicas que requiere la sociedad contemporánea. Las ideas que aquí encontrarás
son aún básicas e incipientes pero con tus comentarios y contribuciones podrían
ganar consistencia. Ojalá te animes, todos los feedbacks son bienvenidos.
exelente articulo me parece aplicable el modelo, solo me quedo la inquietud de que en la muestra de las 12 universidades del análisis de resultados, no saliera a luz la falta de trabajo con la empresa privada, a decir verdad, lo menciono porque acá en El salvador , mencionarlo es un tabu aun , y aunque ya se han hecho trabajos conjuntos, hay autoridades que no digieren la idea para nada , y eso que los Estados Unidos da financiamiento para este tipo de relación.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Justamente la falta de referencia a la cooperación entre la universidad y la empresa, y más específicamente con el sector productivo, es el reflejo de la marginación del tema en el contexto universitario. Algunos análisis publicados en el blog abordan esta relación. Saludos,
ResponderEliminarCarlos Alberto, como siempre un excelente trabajo que nos motiva a los que trabajamos en la educación superior a reflexionar sobre nuestros contextos. Los resultados de la encuesta que presentas, se cumplen totalmente en nuestro país. Son varias las premisas necesarias para que el modelo que propones se pueda implementar: respaldo institucional a la internacionalización, presupuesto disponible, existencia de una cultura de la internacionalización entre docentes, estudiantes y directivos universitarios, entre otras. Esperemos que el aumento de la inversión extranjera y otras condiciones en vías de lograrse, puedan fomentar la internacionalización de la cooperación Universidad-Empresa, aunque es un tema también pendiente a nivel nacional que, a mi juicio, conlleva cambios estructurales aún por llegar. Un abrazo, Lisbe
ResponderEliminarGracias Carlos Alberto , por tus excelentes orientaciones que nos ayudan a reformular muchas tareas teniendo como referencia el análisis de nuestra propia realidad y obtener de esta manera resultados mas innovadores y gratificantes.
ResponderEliminarUn gran abrazo Judith de Perú.