Cada vez más
la actividad de las universidades está ligada al mundo del Project Management y
me cuesta entender las razones por las cuales la figura del gestor de proyectos
o las PMO (Project Management Office) no florecen y se consolidan dentro de las
estructuras de las instituciones de educación superior. Quiero compartir por
eso en esta entrada y a modo meramente ilustrativo el tema de la formulación de
objetivos, al que está asociado uno de los errores más frecuentes que se
encuentran los equipos de expertos cuando evalúan propuestas de proyectos para
convocatorias de financiación. Un error que podría subsanarse fácilmente si las
universidades dispusiesen de personal especializado en dirección y gestión de
proyectos.
La definición
y formulación de objetivos constituye una de las dificultades más
significativas a la hora de presentar una propuesta concreta de proyecto a una
organización para su posible financiación. Por lo general, estas deficiencias
saltan a la vista desde una primera lectura rápida del proyecto y alertan al
evaluador sobre la fragilidad de la propuesta porque los errores más frecuentes
que se constatan ponen muchas veces en evidencia la falta de cultura en gestión
de proyectos del equipo o consorcio que presenta la propuesta y manifiestan su
incapacidad para llevar al proyecto a buen puerto durante la fase de ejecución.
Una deficiencia
bastante común es que no se consiga una definición de objetivos equilibrada en
la que se refleje ponderadamente la estrategia y la operatividad del proyecto.
En muchos casos se constata un ejercicio desmedido por hacer que los objetivos
definidos parezcan importantes, suenen rimbombantes y sean como música para los
oídos de las agencias de financiación, lo que conduce a definiciones
superlativas, ambiciosas y por ende poco realistas de los objetivos. En otros,
en contraposición, el equipo del proyecto parece conducir con luz corta y con
la cabeza puesta solamente en cómo poner las cosas en blanco y negro para que le
financien un proyecto que les permita disponer de algunos recursos y medios a
los que no tienen acceso. En estos casos, la incapacidad de ubicar el proyecto
en un contexto estratégico conlleva a definiciones vagas, imprecisas o en
extremo operativas de los objetivos.
Sin embargo,
el error que parece repetirse con más frecuencia es el de la multiplicidad de
objetivos. Es raro ver un proyecto que no cuente en su definición de objetivos
con cuatro o cinco objetivos generales y otra cantidad similar de objetivos
específicos y lo que es más grave aún, resulta común que no exista interrelación
entre estos componentes de la estrategia de intervención del proyecto. Muchas
veces, esta multiplicidad es consecuencia del empeño del equipo por justificar de
forma irreflexiva la pertinencia del proyecto y para ello terminan recurriendo
a adornos superfluos que nada aportan a la consistencia de la propuesta. En
otras ocasiones, las carencias del equipo en gestión de proyectos y una
deficiente construcción de la propuesta desde la fase básica de identificación hacen
que resulte fácil que se confunda medios y fines y que el equipo termine
formulando indistintamente y al mismo nivel jerárquico en la dinámica del
proyecto a objetivos, resultados y muchas veces incluso hasta actividades.
Sin querer ser
más papistas que el papa, en la medida de las posibilidades, un proyecto debe
formularse con un solo objetivo específico que defina el ámbito de intervención
concreto del proyecto, en el que este incidirá de forma directa para
transformar la situación problemática o deficitaria que se ha identificado como
su génesis. El mismo deberá estar debidamente alineado (en un nivel superior)
con el objetivo general que expresa el contexto estratégico al que tributa el
proyecto a mediano o largo plazo y el que requerirá de la implementación de
otras acciones para su total satisfacción y cumplimiento. De igual forma, el
objetivo específico debe conectar coherentemente con los componentes de la lógica
de intervención que están en los niveles inferiores (resultados y actividades) y
que serán los medios a través de los cuales se podrá dar cumplimiento al
objetivo específico trazado.
Se podría
decir que la relación lógica de estos cuatro elementos de la intervención
constituye la columna vertebral de un proyecto y por ende si no se aborda esta
relación de forma adecuada, difícilmente la formulación de la propuesta podrá
ser efectiva ya que estos componentes son la piedra angular para otros
elementos clave del proyecto como los indicadores y medios de verificación, la
definición de los recursos y medios que se deben canalizar o la preparación del
presupuesto, el cronograma de actividades y los paquetes de trabajo.
Otra laguna
importante que se observa es que no se definen objetivos SMART [Specific
(ESPECÍFICOS), Measurable (MEDIBLES), Achievable (ALCANZABLES), Realistic
(REALISTAS) y Time bound (ACOTADOS EN TIEMPO)]. Comparemos la formulación de un
objetivo de manera ordinaria y un objetivo SMART para ver sus claras
diferencias:
Objetivo definido
de manera ordinaria
Se aumentará significativamente el
número y calidad de proyectos de la universidad.
Objetivo definido con indicadores SMART
Aumentado en al menos el 15% el número de proyectos internacionales
ejecutados por las cuatro facultades participantes al cierre del año fiscal
2017 (mes 30 de ejecución del proyecto), garantizando que al menos el 70% de
los nuevos proyectos se desarrollen con instituciones de países de economías
desarrolladas y emergentes y que la
captación de fondos por concepto
de proyectos internacionales ascienda como mínimo a 2,5 millones de dólares.
Como se aprecia, la formulación de objetivos usando indicadores SMART hace
que la formulación sea específica en relación con los resultados esperados y la
responsabilidad institucional de los actores involucrados en el proyecto.
Permite al mismo tiempo que se pueda monitorear y dar seguimiento efectivo al
proyecto durante todo su ciclo de vida a través de indicadores de medición
precisos cualitativa y cuantitativamente, observando
que el objetivo se ciña a criterios que demuestren su viabilidad de acuerdo a
los intereses y necesidades de los socios/beneficiarios, que sea realista en
relación con los recursos y medios disponibles y que esté debidamente acotado
en el tiempo.
La definición y formulación de objetivos múltiples que atomizan y dispersan
el foco central de la propuesta de proyecto o la formulación de forma vaga,
imprecisa o inconsistente como cuando carecen de una formulación SMART son dos
errores frecuentes al que las universidades deberían prestar mayor atención. En
un contexto en el que la mayoría de las universidades trabajan en condiciones
de asfixia financiera y se ven abocadas a concurrir a una competencia cada vez
más feroz por fondos de agencias y organizaciones de financiación, el presentar
una propuesta sólida, pertinente, precisa y bien estructurada se convierte en
un requisito sine qua non para poder tener algunas opciones de éxito. Por lo
menos, mientras no se disponga en las universidades de equipos profesionalizados que aseguren altos
estándares de administración, dirección y gestión de proyectos a nivel institucional, será menester que se le preste un poco más
de atención a los vilipendiados objetivos.
Agradecido por tu artículo, ilustras bien las fallas neurálgica de cualquier proyecto "diseño de los objetivos". Parece mentiras que los errores de las universidades, sea más común de lo que imaginamos en este tipo de detalles.
ResponderEliminarRecibe mi abrazo de agradecimiento.
Gracias Carlos Alberto por esta entrega. En mi opinión, uno de los factores determinantes en la ocurrencia de estos errores, es su formulación a partir de posiciones academicistas y teniendo en cuenta solo el interés de una de las partes, generalmente la universidad. Lo que se deriva de la falta de vínculo con el resto de los participantes en los proyectos, el insuficiente análisis de la situación problémica a resolver y la premura por su presentación a una convocatoria internacional. Un saludo y gracia snuevamente.
ResponderEliminarINTERESANTE EL ARTÍCULO ESTIMADO ALBERTO, SOBRE UN TEMA FUNDAMENTAL Y NO SIEMPRE DESARROLLADO APROPIADAMENTE. AÚN CUANDO HOY TENEMOS OTRAS ALTERNATIVAS ESTRATÉGICAS, LOS OBJETIVOS SIEMPRE SERÁN UNA NECESIDAD TELEOLÓGICA PARA TODA ACTIVIDAD Y DE DIVERSA DIMENSIÓN. POR TAL MOTIVO, HACE COMO 20 AÑOS ESCRIBÍ UN LIBRO SOBRE "CÓMO FORMULAR OBJETIVOS".
ResponderEliminarFELICITACIONES POR EL BLOG Y EL MENSAJE, IMPREGNADO CON UN ESPÍRITU OPTIMISTA Y ALTAMENTE ACADÉMICO. ESPERAMOS COLABORAR TAMBIÉN EN TUS PÁGINAS, COMO LO HAGO EN "PERÚ AL DÍA", CUYO LINK TE PROPORCIONÉ LA SEMANA PASADA. SI SE PUDIERA IR SUBIENDO POR EJEMPLO EL LOGO Y ARTÍCULO DE CONATEP SERÍA FORMIDABLE.
CORDIALMENTE Y MUCHOS ÉXITOS.
Muchas gracias Carlos por compatrtir. Coincido contigo el tema de los objetivos. Lamentablemente en muchas UU los objetivos se centran en lograr permanecer (eternamente) en los cargos de gestión.... pensando menos a la uiversidad..
ResponderEliminarUn abrazo enorme y que sigan los éxitos!!
Una vez más excelente tu artículo, lo acabo de compartir en la página de FB de GESTCON. Muy útil y claro, valioso para difundir
ResponderEliminarMuchas gracias Leticia Artiles, Verónica Gandini, Menigno Hidalgo, Lisbet Martínez y Luis Torres por sus comentarios sobre el dilema de los objetivos. Es en realidad una deficiencia bastante frecuente y común que puede corregirse con relativa facilidad. Aunque como algunos de ustedes apuntan, es sólo la punta del iceberg de un problema mayor que tiene que ver con concepciones, estructuras, prioridades, estrategias, visiones e intereses.
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