Recientemente tuve el privilegio de
visitar México para desarrollar un par de talleres sobre gestión de proyectos y
oportunidades de cooperación en el Espacio Euro-latinoamericano de Educación
Superior a través del Programa Erasmus+.
Esta visita me permitió trabajar con
parte del equipo de relaciones internacionales de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla (BUAP) y una representación de profesores e investigadores
de esta universidad, así como con una amplia representación de directivos y
profesionales de instituciones de educación superior del Estado de Jalisco.
Además, pudimos interactuar con el
flamante equipo de trabajo del Observatorio Regional sobre Internacionalización
y Redes en Educación Terciaria (OBIRET) que el Instituto Internacional para la
Educación Superior en América Latina y el Caribe de la UNESCO (IESALC-UNESCO)
ha puesto en las experimentadas manos de la Dra. Jocelyne Gacel-Avila. Como
colofón de la visita participamos en la XXIII Conferencia Anual de la
Asociación Mexicana para la Educación Internacional (AMPEI) que tuvo lugar en
Mazatlán y que contó con una impecable organización de la Universidad Autónoma
de Sinaloa.
Al encuentro en Mazatlán acudió una
nutrida representación de profesionales mexicanos y extranjeros vinculados al
mundo de la educación superior internacional con los que tuve la oportunidad de
conversar e intercambiar criterios. El programa de la Conferencia estuvo muy
bien balanceado entre conferencias magistrales, talleres y grupos de debates
que abordaron temáticas clave relacionadas con la internacionalización de la
educación superior.
La impresión que me ha dejado la
Conferencia de AMPEI es que muchas universidades mexicanas han comprendido la
importancia de incorporar la dimensión internacional a sus actividades
sustantivas y aunque se trata evidentemente de un proceso todavía incipiente se
comienzan a ver resultados tangibles que ponen en valor la importancia de
colocar a la internacionalización en el centro de las prioridades. Es el
mexicano, sin dudas, un foro que va ganando en importancia, solidez y
consistencia, lo que se hace evidente por la calidad de mucho de sus debates.
Es un movimiento en el que se conjugan experiencia y juventud entre sus
miembros y se aprecia un necesario proceso de renovación generacional en su
liderazgo que a priori deberá garantizar su continuidad.
Las universidades de América Latina
necesitan fomentar este tipo de foros nacionales en los que se promueve el
debate y la concertación de ideas sobre la internacionalización de la educación
superior. Son espacios excepcionales para aunar voluntades, darse a conocer,
identificar sinergias y pactar estrategias y políticas concertadas a nivel
nacional. Creo, sinceramente, que el nicho de mercado para que América Latina
intervenga con éxito en el competitivo y complejo mundo de la educación
internacional pasa por la colaboración de sus universidades en el interior de
los sistemas nacionales de educación superior. Lo que de forma independiente
parece literalmente imposible para la gran mayoría de las universidades de la
región podría ser mucho más factible y alcanzable si se logran articular
acciones conjuntas en pro de la internacionalización.
Espacios como este foro de AMPEI no deben
ser solamente promotores de una cultura de gestión entre los profesionales
responsables por la internacionalización. Estos foros deben ser en primerísimo
orden facilitadores de esa necesaria concertación para aunar recursos y
voluntades en función de un bien común, con una visión y alcance nacional.
Lamentablemente, no son muchos los países en la región en los que estos foros
se han afianzado. Sin menoscabo de otras experiencias que puedan estar teniendo
lugar, creo que hasta la fecha sólo los eventos de la Asociación Brasileña de
Educación Internacional (FAUBAI) y la Red Colombiana de Internacionalización
(RCI) evidencian la misma calidad, sistematicidad y solidez de organización. Sería
deseable que muchos más países de la región contasen con eventos de este tipo
que catalizan la internacionalización universitaria. Eso sería ya un progreso y
una muy buena señal.
Comparto completamente la idea de la transición por la que atraviesa la misma internacionalización en México, considerando que tiene más de 25 años impulsando elementos que apoyen y fortalezcan la educación superior en modelos de enseñanza-aprendizaje integradores, donde los individuos sean capaces de reconocer el reto que presenta el insertarse en las filas de la educación superior.
ResponderEliminarRequerimos profesionales capaces de reconocer que el mundo interactúa segundo a segundo y que deben preparase para atender necesidades y problemáticas que aqueja mundialmente como lo son; el hambre, la seguridad, la salud, el clima, la economía y desarrollo de países en desventaja como el nuestro.
Por último, quisiera mencionar que los que iniciaron con el tema de la internacionalización en México, son quimeras que permitieron que muchos de nosotros nos acercáramos para impulsar desde nuestra trinchera de realidad, los beneficios de integrarnos en comunidades alternas para dar mayor alcance a nuestras necesidades y brindar soluciones para alcanzar una calidad de vida y desarrollo sustentable y paz mundial.
Estoy convencida que los que nos dedicamos al tema de la cooperación e internacionalización, es por vocación y no de profesión.
Solamente suscribo tu comentario, Alejandra, estoy seguro que la nueva generación sabrá estar a la altura del reto que tiene por delante. Abrazos,
Eliminar