La
internacionalización es un proceso que inexorablemente se desarrolla en un escenario
complejo que está marcado por la dicotomía entre lo local y lo global, entre lo
particular y lo general. Cada institución es única, no hay una universidad que
sea igual a otra por más que intentemos agruparlas para su estudio por sus
similitudes en función de una amplia gama de criterios como sus estructuras,
proyecciones, dimensiones o estatus legal por citar sólo algunos.
Esa
singularidad que le es intrínseca desde el mismo momento de su creación es la
que hace literalmente inviable que en un mundo que tiende cada vez más a la
homogeneización se puedan diseñar modelos que sean lo suficientemente dúctiles
como para ser implementados de forma masiva, sin un análisis previo de su adecuación
y funcionalidad. Esto es aún más significativo cuando se trata de procesos como
la internacionalización que afectan tanto en el interior de las organizaciones
como en la interrelación de estas con cada uno de los actores clave que conforman
su público exterior.
Consecuentemente,
el proceso de internacionalización debe diseñarse y ejecutarse a partir de un
análisis profundo de la situación específica de la institución, de sus
fortalezas y debilidades, de las características de su medio circundante y del
sistema de educación superior al que se pertenece. Si se acepta el símil podría
decirse que este es el núcleo celular que contiene su información genética y
que sirve de punto de partida para vertebrar toda su estrategia de desarrollo.
Hecha esta
salvedad para que no se malinterprete el alcance del documento que comparto a
continuación, podemos adentrarnos en el tema que quiero abordar y que está
relacionado con el diseño y formulación de indicadores objetivos de
verificación que permitan evaluar de forma eficaz la calidad del desempeño
institucional en la implementación de la estrategia de internacionalización. Doy
por descontado por resultar obvio, que este ejercicio inherente a la
planificación estratégica sólo resulta práctico y viable cuando la institución ha
alcanzado un grado alto de madurez en sus procesos de gestión universitaria, lo
que lamentablemente continua siendo una asignatura pendiente para muchas
instituciones de educación superior latinoamericanas.
Esa madurez
debe expresarse, al menos, en la existencia y consolidación de estructuras y
funciones organizacionales que faciliten y catalicen la coordinación de
procesos y actividades de forma ordenada y el flujo permanente, sistemático y
transparente de información confiable que requiere ser recolectada y procesada
para conducir las acciones de monitoreo. Esto es requisito sine qua non para que el uso de indicadores como parte de la
planificación estratégica se convierta en un vehículo para el crecimiento y
perfeccionamiento de las organizaciones, así como para la implementación de
acciones encaminadas a la reducción de riesgos y al uso racional de los
recursos. En fin, se requiere de instituciones que hayan asumido una cultura de
trabajo que garantiza una gestión de los procesos centrada en los resultados y
orientada hacia patrones elevados de calidad.
Este es el
caldo de cultivo necesario para el fomento de la internacionalización
comprehensiva, o lo que es lo mismo, para la instauración de procesos
institucionales que faciliten y sustenten la incorporación de la dimensión
internacional de una manera transversal, integradora y coordinada en todos los
procesos de las funciones sustantivas de la agenda universitaria. La
internacionalización comprehensiva como concepto implica en sí misma la
derogación de la visión sesgada de la internacionalización que subsiste en
muchas instituciones, en que esta es reducida a acciones de movilidad e
intercambio.
Siendo
consecuente con esa visión he querido compendiar algunos de los indicadores que
una universidad debe considerar para cuantificar el grado de cumplimiento de
los objetivos que se traza en materia de internacionalización y medir
objetivamente el progreso en su desempeño, así como la interrelación entre los
diferentes ámbitos que lo conforman. Tratándose de un ejercicio dinámico y
sistemático, es relevante que los indicadores que se definan sean específicos,
medibles, alcanzables, relevantes y se expresen en una determinada unidad homogénea
de tiempo que permita su monitoreo periódico. La lista de indicadores que he
elaborado no es exhaustiva y mucho menos tiene pretensiones de ser definitiva.
He simplemente seleccionado aquellos indicadores que me resultan
imprescindibles para evaluar el desempeño de las actividades académicas, de
investigación científica y los vinculados a la cada vez más relevante gestión
de la innovación.
Obviamente, se
podrían incluir algunos que aquí no son considerados o sustituir estos por
otros que sean más relevantes para una institución en cuestión, de acuerdo a su
estrategia de desarrollo institucional. Lo
importante es que los indicadores que formulemos sean métricas eficaces para
evaluar la dimensión internacional del trabajo de la institución desde una
perspectiva integral en la que se aglutinen armónicamente todas las funciones
sustantivas y que su monitoreo coadyuve a que se transite gradualmente de
acciones aisladas, reactivas y espontaneas a acciones coordinadas, integradoras
y planificadas que tributan de manera eficiente al desarrollo de la
institución.
No quisiera concluir sin antes referir otro
aspecto que merece destaque y que está vinculado con la interpretación que se
hace de los indicadores, una vez que estos deben ser analizados en su conjunto
y no de forma aislada. Es importante que se tenga conciencia que en materia de
internacionalización no siempre mayor cantidad es sinónimo de mejor, y que un
crecimiento cuantitativo a costa de la calidad del proceso tendrá a corto plazo
efectos nocivos para la institución. Aunque la mayoría de los indicadores
listados son de tipo cuantitativo será vital acompañar estos de indicadores de
calidad que retroalimenten a la dirección institucional sobre lo que resulta
apropiado o no para la organización. Componentes esenciales como el nivel de efectividad
en que la estrategia de internacionalización se alinea con las políticas
nacionales de desarrollo, su incidencia en el crecimiento económico, el desarrollo
tecnológico, la creación de empleo o la inclusión social deberán estar también
encima de la mesa cuando se evalúe el impacto de la estrategia de
internacionalización.
Es este enfoque sistémico y holístico el que
el concepto de internacionalización comprehensiva enarbola y contar con los indicadores
adecuados para evaluar su impacto es una pieza clave de la planeación
estratégica en la que las instituciones deben apostar.
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