Terminada la copa mundial de futbol la ciudad
carioca vuelve a captar la atención de la comunidad iberoamericana. Esta vez
por una causa menos mediática pero mucho más importante y estratégica para el desarrollo
de la región. Tal y como estaba previsto por estos días se celebra en Río de
Janeiro el III Encuentro Internacional de Rectores Universia, una de las redes
de universidades más grandes del mundo, si tomamos en cuenta que aglutina a
1262 universidades de 23 países. Esta red desde su lanzamiento ha contado con
el respaldo y patrocinio del Banco de Santander.
En la jornada inaugural celebrada ayer, al
margen de los interesantes debates sobre el estado actual de la universidad, el
nivel de respuesta a las necesidades y demandas del estudiantado y la sociedad,
los desafíos en torno a la investigación, la innovación y la transferencia de
conocimiento y tecnología lo más destacado fue el anuncio realizado por la Sra.
Rebeca Grynspan, flamante titular de la Secretaría General Iberoamericana
(SEGIB), sobre los progresos realizados para el lanzamiento en 2015 de un
programa iberoamericano de movilidad para estudiantes, profesores e
investigadores.
En anteriores entradas he defendido el valor
estratégico de un programa similar al Erasmus europeo para el contexto latino e
iberoamericano por lo que puede significar no sólo para el fomento del
deprimido intercambio regional en materia de educación superior, ciencia y
tecnología y para la identificación de alianzas estratégicas que impulsen a
escala regional una sociedad basada en el conocimiento sino también por lo que
puede representar como catalizador de un sentimiento e identidad regional.
En realidad el lanzamiento de un programa de
estas características es un viejo anhelo que ha sido negociado en varias
ocasiones y que no se ha concretado no sólo por falta de financiación, sino
especialmente por la falta de voluntad y visión política de los líderes
iberoamericanos para comprometerse a impulsar de conjunto un programa de este
calado. De hecho, en su intervención la Sra. Grynspan reconoció que entre los
principales obstáculos para la puesta en marcha del nuevo programa estaría la
ausencia de un órgano supranacional como la Comisión Europea en el caso de
Erasmus, lo que hace que en el caso iberoamericano el programa se sustente
sobre un amplio sistema de alianzas a nivel gubernamental, así como entre los
sistemas nacionales de educación superior, las instituciones de educación
superior, las asociaciones universitarias y la sociedad civil en general.
El programa presentado por la Sra. Grynspan
parece ambicioso pero totalmente realizable. En su presentación refirió la
intención de ejecutar hasta el año 2020 alrededor de 200 mil movilidades que
beneficien a estudiantes, profesores e investigadores de América Latina, España
y Portugal, arrancando en el curso escolar 2015-2016 con la movilidad de 25 mil
estudiantes. Aunque hay mucho que precisar todavía en la arquitectura del
programa, en su concepción inicial se prevé que las acciones de movilidad
tengan una duración de 6 meses y una financiación per cápita que deberá
fluctuar entre los 3 mil y 4 mil dólares.
El tema financiero no está todavía cerrado.
La estimación realizada por las autoridades de la SEGIB ronda los 90 millones
de euros y para ello se está contando con el compromiso y participación de un
gran número de entidades públicas y privadas que estarían interesadas en
cofinanciar un programa de estas características, lo que es un claro indicador
del crecimiento económico experimentado por la región en los últimos años.
Obviamente, el programa para maximizar su
impacto y eficacia debe intentar capitalizar las experiencias de otros
programas previamente ejecutados como los diferentes programas de becas implementados
por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID), los
programas de Becas ALBAN y Erasmus Mundus de la Unión Europea para América
Latina, los programas iberoamericanos coordinados desde la Organización de
Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) como
el Programa de Intercambio y Movilidad Académica (PIMA) o el Programa Pablo
Neruda, el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo
(CYTED), así como otras iniciativas de alcance regional o subregional como el
Programa Académico de Movilidad Estudiantil (PAME) de la Unión de Universidades
de América Latina y el Caribe (UDUAL) o el Programa ESCALA de la Asociación de
Universidades Grupo Montevideo (AUGM) por citar sólo los más reconocidos.
Otra mirada necesaria para diseñar la
arquitectura de este programa debería estar en la tipología y comportamiento de
los programas de becas nacionales asociados a los sistemas de educación
superior o ciencia y tecnología y que tienen tradición en el financiamiento de
becas para la realización parcial o completa de estudios de maestría y
doctorado en el extranjero aunque con poca incidencia en el flujo de movilidad intrarregional,
tal como ha sucedido también con el exitoso programa “Ciencia sin fronteras” puesto
en marcha por el gobierno brasileño.
Doy casi por descontado que esta iniciativa
contará con el respaldo del Banco de Santander que ya en los últimos cuatro
años ha financiado el intercambio de más de 10 mil estudiantes de grado y de 2
mil jóvenes profesores e investigadores. Es menester que otras instituciones
públicas y especialmente del sector privado asuman su responsabilidad social y
endosen esta iniciativa que es de vital importancia para el crecimiento y
desarrollo sostenible de la región.
Si las negociaciones marchan de manera
positiva el programa sería sometido a la aprobación de los Jefes de Estado y
Gobierno en el marco de la próxima Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Veracruz
el próximo mes de diciembre y comenzaría su andadura en el inicio del próximo período
lectivo. Solo quedaría desear éxitos en la gestión de la nueva secretaria
iberoamericana para llevar a buen puerto este inaplazable proyecto.
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